La tecnología y su creciente desarrollo ha cambiado significativamente el contexto de nuestra forma de vida, trabajo, estudio, diversión, interacción, y ha ofrecido soluciones sin precedentes frente a retos de alta complejidad. Si bien los cambios tecnológicos pueden ser aliados para el desarrollo económico, ambiental, político y social, el descubrir tecnologías emergentes también también implica el surgimiento de riesgos emergentes asociados que podrían impactar significativamente a la sociedad y a la economía en general. Por ello es necesario que las organizaciones incluyan en sus agendas de riesgos aquellos que resultan de tecnologías emergentes, dada su novedad y también lo desconocidos que pueden resultar sus efectos.
Veamos cuáles han sido los riesgos emergentes de tipo tecnológico más significativos para 2023.
Nuevas formas de ciber ataque y aumento de la exposición cibernética:
Los avances tecnológicos han impulsado la migración de bases de datos físicas a bases de datos almacenadas en la nube, lo cual desencadena una serie de riesgos importantes que ponen en peligro el tratamiento de datos organizacionales. En 2022 el Centro de Denuncias de Delitos en Internet mostró estadísticamente las tres modalidades más comunes de ciber ataque, donde el Phishing ocupó 300.000 víctimas, la filtración de datos personales tuvo 60.000 víctimas y la extorsión 40.000 víctimas. Las tendencias actuales apuntan a prácticas estratégicamente diseñadas para atacar, robar, manipular y secuestrar información confidencial con el propósito de obtener beneficios económicos. Según el informe The Financial cost of fraud report 2021 el fraude cibernético le cuesta a las empresas y a particulares, aproximadamente, 189.000 millones de dólares al año. Cada vez, las formas de ciberataque cobran mayor fuerza y sofisticación, por lo que todas las organizaciones, grandes y pequeñas, están expuestas al robo de datos si no cuentan con la infraestructura tecnológica adecuada para salvaguardar los activos de información.
Brecha digital y déficit de talento humano con conocimientos en tecnología:
Las brechas tecnológicas que aún se evidencian en América Latina, con respecto al resto del mundo, representan desventajas competitivas a nivel de región. En 2021 el porcentaje de acceso a internet en América Latina era de 72%, frente a lo cual, las Naciones Unidas hacen un llamamiento con el que se busca “fomentar el diálogo sobre las medidas necesarias para superar la brecha digital, ofrecer oportunidades de trabajo decente y proteger los derechos humanos y laborales en la era moderna de las tecnologías digitales”. Los países latinoamericanos no poseen infraestructuras tecnológicas adecuadas como resultado de la poca inversión en innovación y desarrollo, esto a su vez implica la reducción de talento humano capacitado para llevar a cabo los desarrollos tecnológicos, puesto que, las asignaciones salariales no son competitivas y obligan a los profesionales a optar por trabajos en el extranjero. De acuerdo con el Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicaciones (MinTiC), para 2025, se calcula que Colombia tendrá una brecha de talento digital de entre 68.000 y 112.000 desarrolladores de software. En 2022 era de 80.000 personas, según la Sociedad Colombiana de Ingenieros.
Dependencia sistémica de infraestructura crítica:
El internet, el almacenamiento en la nube, la transferencia de datos digitales, el internet de las cosas, entre otros, conforman una infraestructura crítica para el desarrollo normal de actividades cotidianas. Esto quiere decir que, a partir del descubrimiento del internet, se ha generado una dependencia a los medios digitales para llevar a cabo procesos que anteriormente se realizaban de forma análoga, lo cual implica la materialización de riesgos sistémicos en caso de que dicha infraestructura colapse. Un caso que representa la vulnerabilidad de estas infraestructuras fìsicas se situó en 2020, año en el cual Yemen, un país con 30 millones de habitantes, se quedó sin internet a raíz de un fallo en un cable submarino provocado por el ancla de un barco; este cable transportaba el 80% del tráfico de internet en el país. El principal reto para las organizaciones a nivel mundial es contar con un plan de continuidad del negocio donde se analice qué puede pasar con la operación en caso de que la infraestructura crítica falle y se propongan las acciones necesarias para disminuir el impacto de la materialización de dichos riesgos.
Repercusiones de la innovación tecnológica:
Sumado al riesgo de brecha digital y déficit de talento humano, se encuentran los efectos que se podrían generar a raíz de la innovación tecnológica y las inversiones que se deben realizar como impulsoras del desarrollo tecnológico. Este hecho acentúa las disparidades entre regiones al encontrar un déficit de inversión en este campo a nivel de Latinoamérica, debido a que este fenómeno tecnológico genera presiones en las economías emergentes, ocasionando mayores costos económicos y sociales al establecerse una relación inversamente proporcional entre lo invertido y lo recibido a nivel de utilidades. Según el Banco Interamericano de Desarrollo, Colombia requiere una inversión de US$110.089 millones de Capex para cerrar en 10% la brecha móvil de conectividad, y de US$842.056 millones para cerrar en el mismo porcentaje la brecha fija de conectividad. Sin embargo, Colombia se encuentra en el cuarto lugar en madurez digital dentro de los países latinoamericanos, con un puntaje de 60,5 sobre 100. Como consecuencia de este riesgo se han incrementado las tasas de desempleo y los niveles de desigualdad en la región, así mismo, la salud humana y ambiental se podrían ver afectadas por las tendencias tecnológicas actuales implicando mayores impactos a nivel organizacional dadas las condiciones de su talento humano.
Desinformación digital e infodemia:
El riesgo reputacional cobra importancia en la actualidad gracias a la era de las redes sociales y la «infodemia». Este término hace alusión a la epidemia de información que globalmente se está presentando por el exceso de información al que los usuarios de las redes sociales tienen acceso; el principal problema en relación con la infodemia, es el hecho de la carencia de veracidad que caracteriza a dicha información. La encuesta Arab Youth Survey muestra que el 79% de los jóvenes recibían, en 2020, las noticias a través de las redes sociales y así mismo eran replicadas, lo cual se contrasta estadísticamente con el hecho de que el 56,4% de los usuarios de internet de todo el mundo manifiesta preocupación por no saber qué es cierto y qué no en el ámbito de las noticias en la red. Desde 2017, aproximadamente, se utiliza el término «Fake news» dado el aumento en un 365% de su uso en las redes sociales y en el ámbito político, lo que permitió a la consultora Gartner en 2018 predecir en su informe «Predicciones tecnológicas para el 2018″ que en 2022 la mayoría de los países consumirían más noticias falsas que noticias reales». Si las organizaciones no administran adecuadamente los riesgos reputacionales, un «post» en las redes sociales podría desencadenar un sin fin de efectos negativos a nivel de imagen corporativa.
- Concentración de activos tecnológicos:
El acceso a los recursos tecnológicos, en la actualidad, es desigual. Los desarrollos en tecnologías de información se concentran principalmente en las grandes economías, dejando como resultado una dependencia directa de las economías emergentes para adquirir productos tecnológicos terminados y semiterminados. Dentro de los países más innovadores del mundo se encuentran Suiza, Estados Unidos, Suecia, Reino Unido, Países Bajos, Corea del Sur, Singapur, Alemania, Finlandia y Dinamarca. Según datos de Colciencias, de aproximadamente tres millones de personas en el mundo dedicadas hoy por hoy a la investigación científica, el 94% están localizadas en países desarrollados. América Latina únicamente contribuye con el 1% de los científicos del mundo y de estos sólo cerca del 1% son colombianos. Esta problemática desencadena el difícil acceso a recursos necesarios para las operaciones normales de los negocios, impidiendo el establecimiento y la regulación de precios, y por consiguiente, el desarrollo de estándares globales que no podrán ser aplicables en su totalidad en las economías emergentes a raíz del acceso inequitativo a la tecnología.
